Cada vez son más las personas que piensan, o creen que la realidad va mas allá de lo que se ve o de lo que se palpa. Personalmente, yo era uno de esos escépticos, que pensaban que lo que no se ve no debía tomarlo en cuenta. Pero cada vez los hechos y las evidencias me demuestran que aquello que perciben nuestros sentidos básicos no es más que una ínfima parte de lo que realmente sucede en nuestra realidad.
La física tradicional newtoniana definía el átomo como la partícula de materia indivisible más pequeña que se conocía, formado por un núcleo y sus electrones girando alrededor y la energía sólo se concebía como esa fuerza que unía esos dos elementos, o que movía los objetos y cambiaba el estado físico de la materia.
Hoy en día sabemos que la energía es mucho más que eso. Es mucho más que una fuerza exterior ejercida sobre la materia, sabemos que la energía permanece en el entramado mismo de lo material y es intrínseca e inherente a todo aquello que nos rodea. Incluido los pensamientos, las emociones, nuestro cuerpo, nuestro entorno y lo que nos sucede en nuestra vida.
Einstein disparó en la línea de flotación de la física de Newton cuando demostró con su famosa ecuación E=mc2 que la materia y la energía están tan intrínsecamente unidas que resultan ser lo mismo. Los científicos observaron que la luz podía comportarse a veces como una onda y a veces como una partícula. Comprender que los componentes fundamentales de nuestro llamado mundo físico son tanto ondas (energía) como partículas (materia), dependiendo de la mente del observador o lo que es lo mismo, de nuestras propias creencias, nos lleva a pensar que materia o energía serán una cosa u otra, o ambas en conjunto, dependiendo de cómo piense el individuo en particular. Si tú crees que solo es cierto lo que se ve, así será tu realidad. Si tú piensas, por el contrario, que en lo que se ve existe energía, las oportunidades se disparan. El campo de las infinitas posibilidades aparece ante ti.
La física tradicional hablaba de átomos hechos de materia sólida, sin embargo la física cuántica nos dice que el átomo se compone principalmente de espacio vacío, de energía. El átomo y la nube de electrones, que más que materia, obedece a ondas de probabilidades infinitas y que la nube de electrones se manifiesta según la atención del científico observador. El átomo se compone de un 99,99999% de energía y de un 00,00001%
de materia. La física cuántica nos sugiere que nuestra vida, nuestro mundo, nuestra realidad no está compuesta sólo de materia, sino de campos energéticos o de patrones de frecuencia de información. Por lo cual podríamos decir que la materia es más “nada” que “algo”.
Si el universo es fractal, es decir una estructura que se repite en diferentes escalas hasta el infinito, entonces lo que vemos es sólo el 00,00001% y detrás existe un mundo energético que no podemos ver que implica el 99,99999% restante.
Sin embargo, los escépticos (yo cada vez lo soy menos) seguimos empeñados en cambiar nuestra realidad aplicando esfuerzos en lo material, cuando lo deberíamos hacer sobre aquella parte que domina el 99,99999% de nuestro universo.
Que tal si empezamos a cambiar de idea, y empezamos a tropezar en otro tipo de piedras?